Mi vida ha sido movidita en cuanto a lugares de residencia, cuando era niña mis padres cambiaron mucho de casa y lugar ya que mi padre cogía destinos nuevos para ascender en la empresa en la que trabajaba. De cada lugar me han quedado personas y momentos especiales, platos que sólo los he comido allí o rituales que , en mi pueblo, no son lo normal.

En mi memoria está este dulce, siempre recién hecho , en la panadería que había en la parada del autobús que me llevaba a clase. La herradura era uno de mis favoritos, junto con el croissant o la ensaimada con su mini tableta de chocolate, qué recuerdos más lindos, al lado de mi madre, todos los días el mismo ritual, y doy gracias de que entonces no había esas aberraciones de bollería que son todo grasas trans , sólo hojaldre casero con su mantequilla y su maravilloso olor, asocio ese momento con cosas bonitas: mi madre, sus manos entrelazadas en las mías, mi hermana pequeña casi siempre cogida de mi abrigo, el olor del pan cada vez que entraba una vecina y pedía que le cortaran el pan en la máquina ... ya he tardado mucho en hacerlo en casa, aunque no es ese hojaldre y mi madre no me lleva a la parada, sería un poco raro jajaja, sí que me lleva a cosas que me alegran el día, así que vamos al lío.

Yo le pongo almendra cruda en cuadraditos, he visto versiones en la que ponen crocanti, otras en las que en lugar de azúcar glas ponen un almíbar ligero ... la base es parecida: hojaldre y cabello de ángel, el adorno ya a tu gusto. Sin duda, elijas el que elijas todos están deliciosos.

Fotos y receta: Carmela