Primi, Primitiva, es mi madre, cuyos padres, es decir mis abuelos tuvieron a bien ponerle dicho nombre, cosa que ella lleva con mucho orgullo porque era el de su abuela. El caso, anécdotas familiares aparte, es que en mi casa se cocina de dos formas muy diferentes: por un lado mi madre, recetas de toda la vida, seguras, ricas y sencillas en cuanto a los ingredientes se refiere, y, por otro lado, mi padre, que cambia la receta cada vez que la prepara si no es porque le añade o le quita especias, es porque prueba combinaciones nuevas. Lo tradicional y lo nuevo se unen en casa para que todo el que llegue quiera quedarse a comer.
Este pollo lo prepara ella con su forma tan especial de cocinar: sin apenas estar pendiente de la olla le salen unos guisos y un pollo que, por muchas revistas y libros que mire no he conseguido encontrar la receta que sigue para que esté tan bueno. Al menos, me queda el consuelo de que cuando lo prepara nos invita a todos a comer a casa, espero que mi hijo tenga la misma sensación de protección y seguridad conmigo como yo la tengo con ella.
Madre sólo hay una y yo tengo la infinita suerte de que tú seas la mía, besos.